Análisis de 'El gran pez'. / Analysis of 'Big Fish'.
"El gran pez" es un relato basado simbólicamente en la libertad del ser humano, pero no de la libertad espacial sino de una libertad mental. Una persona libre es aquella en cuya mente no posea barreras y que su único paradigma sea “todo se puede alcanzar”. Fuera de este planteamiento, cualquier otra idea no será más que una limitante, una jaula para el pensamiento, y lo que limita al pensamiento termina limitando nuestras acciones, por ende terminamos siendo personas no libres.
La protagónica imagen del pez es una metáfora de las personas y el entorno donde nade el pez es la metáfora de la libertad de ellas. Esta premisa nace para luego desarrollarse a partir de que Edward Bloom lee sobre el pez de colores:
“Si se guarda en un pequeño recipiente, el pez permanecerá pequeño; si tiene más espacio puede doblar, triplicar o cuadriplicar su tamaño.”
Esta lectura fue el desencadenamiento de su “efecto mariposa” que le conllevaría a lo largo de su vida a una serie de increíbles vivencias, increíbles no tanto por la fantasía con la que las relata, sino porque él es el único que se ha atrevido a hacer cosas diferentes.
Desde ese entonces Edward supo que debía ir siempre hacia adelante, no sabía adónde llegaría, pero sentía la necesidad de avanzar y llegar cada vez más lejos. Un suceso simbólico interesante es cuando decide irse del pueblo Espectro. Un pueblo que representa a la utopía, un lugar ideal adonde todos quisieran llegar y una vez que llegan no quisieran irse.
Espectro simboliza esa “zona de confort” a la que las personas suelen llegar en determinada etapa de su vida y deciden no avanzar más. Por ello el simbolismo de “colgar los zapatos en una cuerda”, pues ya no se necesitan zapatos cuando se ha decidido dejar de caminar. Espectro es en cierta manera el anzuelo que algunas personas han mordido.
E. Bloom dice al irse de Espectro: “Y si al final acabara aquí me consideraría afortunado, pero la verdad es que aún no estoy preparado para acabar en ninguna parte.”
Tal como le dice la bruja a Edward Bloom: “El pez más grande del río es el que llega a ser así porque no se deja pescar”. ¿Pescar de qué o quién? De la sociedad, de uno mismo; de nuestros temores y precauciones, de conformismos y comodidades, de rutinas y automatismo, de LÍMITES y barreras.
“Algunos peces no se dejan pescar, no es que sean más rápidos o más fuertes que otros peces, es solo que han sido como tocados por la gracia.” Entendiendo la gracia no como una intervención divina sino como una decisión propia; así nos damos cuenta que la verdadera diferencia entre las personas no yace en su “velocidad o fortaleza” (u cualquier otra habilidad física), sino en sus decisiones.
Edward Bloom fue querido y conocido por todos no por mera providencia divina, tal como él creyó, sino porque él no se dejó “pescar” y en cambio decidió ver la vida de una manera diferente, decidió verla tal y como la relataba, llena de magia y aventura, llena de LIBERTAD para ser quien se es verdaderamente.
“Edward: ¿Qué quieres Will? ¿Quién te gustaría que fuera?
Will: Sé tú mismo. Bueno, malo, como sea; pero solo por una vez enséñame quién eres.
Edward: NUNCA HE SIDO OTRA COSA QUE YO MISMO DESDE EL DÍA QUE NACÍ.”
Finalmente los zapatos de Edward Bloom son colgados a orilla del río, en esa libertad donde él siempre nadó y le permitió ser un Gran Pez.
Fin.
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